Por: Marcelo Sepúlveda.
Profesor de Estado.
¿Quién nos dirá la verdad?
Difícil dilema a resolver.
Siempre aparece alguna fuente que asegura narrar un texto verídico.
La verdad nos hará libres, se declaró hace un tiempo, por lo cual, no podemos sacar el quite a tan eficaz modelo de pensamiento: Defender la verdad aunque esto nos cueste esfuerzo y dedicación.
La verosimilitud es una declaración de principio fundamental; aunque nos cuestione asumir el rol de la verdad, debemos estar atentos a defender la pureza de pensamiento y la declaración de principios básicos de coexistencia.
La mesa está servida, un buen mosto nos acompaña y nuestra certeza doblega cualquier mal pensamiento: Servir al complejo dilema de certeza sin exclusión es tarea fundamental del ser humano, estar dispuestos a defender la verdad ante cualquier método de engaño y falacia en la convivencia social.
Estamos aquí para ser testigos del avance sostenido del pensamiento humano y la libertad de elegir el mejor sendero para construir un mejor planeta y una inmejorable sociedad.
A veces, dudamos, estamos ciertos que defendemos banderas de lucha que pueden aparecer como inalcanzables, que el compartir junto al otro depende de valores fundamentales que se adquieren desde la primera infancia y no se pueden desvirtuar entre el paso sigiloso del tiempo en un aquí y ahora del presente continuo.
El caracol en mi patio parece ser una amenaza, sobre todo para las plantas más preciadas de mi jardín; pero, no por ello, debo destruir su existencia apachurrándolo con mi mano gigante; quizás, la próxima primavera, podremos convivir juntos sin melodrama.
Entonces se agradece la existencia de todos sin exclusión, pues cada uno es parte de una cadena vital que se enrola con todo ser viviente de la creación; más aún con los materiales diversos del mundo mineral y los vegetales que adornan el medio ambiente.
Somos, todos, pieza fundamental y genuina anclada, eslabón a eslabón, para dar sentido al mundo que habita bajo nuestros pies.
Avanzamos, sin discordia, hacia un modelo de perfección absoluta; pero, es recurrente dar sentido a la existencia vital, es como duplicarse en múltiples espejos y admirar nuevos rostros de una misma figura que se puede repetir incansablemente sin posible final y conclusión; por lo cual, el aquí y ahora, es la certeza presente del hálito provisto de luz y energía en el proceso continuo de la materia.
No todo parecer es una certeza, ni una definición una teoría fundada; por lo cual, asumir consciencia útil de comprensión del medio en el cual habitamos cobra sentido en la existencia del vecino, aquel ciudadano que comparte un modo y opinión política de la convivencia entre seres mutables en el universo inconmensurable.