PROMETO CON CERTEZA

Por:  Marcelo Sepúlveda.

Profesor de Estado.

 

Es probable que nuestra historia ocurra durante toda una vida o que sea un breve segundo en la inmensidad del universo, es probable que mañana no te pueda volver a abrazar, que la lluvia se esconda durante el verano, que la noche se desprenda en oscuridad y que la luna entre por un rayito de luz que despide tu ventana, es probable que el tiempo no transcurra o quizás que los segundos se acumulen entre el horizonte al oeste donde se esconde el sol.

Quizás nuestro pasar por este planeta tierra sea escaso; pero, sí hay una certeza:  en algún momento particular del inmenso cosmos que se aposenta sobre nuestras cabezas, deberemos partir al centro de la luz y energía de lo absoluto en la totalidad.

He transitado por las calles de mi ciudad, he amado con extremo placer, he mirado el rostro sonriente de los niños que conviven en la familia y también, el llanto en los ojos de los transeúntes mendigos y minusválidos que no poseen un trozo de pan ni un tacho de leche, he descubierto la paz insomne del arroyo que recorre desde la cordillera y he dormido bajo la sombra de un sauce a la orilla del estero, he recibido el escupitajo del verdugo y la armonía de las estrellas que se agrupan en una noche serena, he tratado de ser fiel, honrado y honesto, he escuchado el golpeteo de la locura en una dimensión extraordinaria y he prometido fe, esperanza y mansedumbre.

Entonces, puedo mirar a los ojos sin vacilar, estrechar la mano del vecino, doblegar el temor, escuchar la melodía lejana de los pasos alrededor o simplemente, escribir dos o tres palabras para proteger la quietud.

Abandona la desidia, date un tiempo para admirar la caída de las hojas del palto, deja que el reguero alcance la siembra, que cada nuevo día sea una oportunidad de ser mejor persona, abraza a nuestros abuelos y sonríe; de mañana es sabroso un café negro y tres tostadas para comenzar a iluminar las carencias y necesidades del semejante.

Prometo esquivar la mentira, celebrar todo nuevos cumpleaños, esculpir piedras blancas y despeñar la guerra asesina; prometo, con certeza, ofrecer mi mano al vagabundo de la calle para alcanzar juntos la armonía, para asegurar un destino sublime en el material espacio del cosmos infinito.

Prometo ser yo mismo, el que avanza y retrocede a cada paso y tranco a tranco, encontrar alguna nebulosa donde amanecer durante mi tiempo seguro.

Es probable volver a encontrarnos uno de estos días…

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