SOÑANDO DURANTE LA MADRUGADA

Por:  Marcelo Sepúlveda.

Profesor de Estado.

 

Apareció media luna entre los cristales de mi habitación, despeiné mi cabellera, puse atención y entonces, se vienen las voces que transita bajo la tierra, reclaman quietud entre tanta algarabía, dicen que apagarán el sol y vendrá la negra oscuridad, que las palabras se recostarán a los pies de mi cama y me acurrucarán esperando el horizonte futuro, aquel desierto árido y teñido de café. Vuelco el sueño de costado, recorro el sendero que transitaron mis abuelos por entre medio del camino serpenteando por Rari en mi Panimávida añorada desde mis primeros pasos escalando la montaña para mirar el horizonte lejano.

Los seres humanos aguardamos historias, recuerdos, viajes, rostros, esperanza y por sobre todo: Lucidez de una muerte segura al final de la existencia.

Aún percibo  el aroma perfecto de las tortillas que amasaba mi abuela Gertrudis, o los pasos ordenados del abuelo Eduardo.

Quizás, algún día podamos encontrarnos en algún espacio habitado por quienes ya partieron al descanso eterno.

Hoy, en primavera, escuchamos el gorjeo de las aves, extendemos nuestras manos para beber el agua pura y cristalina que desciende los cerros, respirar el aroma a café.

Aún sigo dormitando, descubro pasadizos viajando a velocidad luz, muy lejos, allá en el confín del cielo, desperdigando monedas en perla y metal, sonriendo a la oscuridad, pues deberá venir la luz a iluminar cada despropósito, cada calumnia y falsedad, cada misterio y secreto ancestral, vamos de camino en comunión unos con otros para producir armonía.

Aparecen las primeras oraciones a los maitines de la madrugada, descartamos la soledad y aceptamos que cada alianza produce encuentro, parece que, aún, no podemos admirar la claridad del paraíso en aquel distante lugar de reunión, dejaremos que el primer rayo de sol entre por la ventana para despertar la angustia de no estar presente.

Hoy es el día de recordar a nuestros deudos, hoy es el día de orar de frente al cielo, hoy es el día que se reescribieron, al albor de la madrugada, los secretos más bien logrados en la historia humana.

Deberemos continuar soñando.

Es probable que los sueños estén destinados a abrir senderos espaciales para todos y cada uno de los habitantes de este planeta.

Renuevo mi compromiso con la lealtad, renuevo mi palabra empeñada, regalo besos y un arcoíris mirando hacia el oeste, regalo flores de mi jardín y tierra santa y santificada, aquel horizonte que no parece terminar.

Registro el verso correcto y la sílaba purpurina, la dedico a mis seres queridos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

 

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