- Desde el siglo XIX existen los movimientos antivacunas en el mundo que han calificado a la inoculación como un “crimen”, un “engaño” y una “mentira”. Lo cierto es que, gracias a las vacunas, la viruela fue erradicada y se han controlado enfermedades como la polio y el sarampión.
“Nosotros le llamamos ´plandemia´ porque te lleva a una dictadura, a una segregación y a las vacunas que son altamente tóxicas”.
Estas fueron algunas de las declaraciones que la prensa nacional registró en la Plaza Ñuñoa el 14 de agosto cuando un grupo de 150 personas llegaron a manifestarse en contra de las medidas sanitarias.
Aunque ahora este tipo de movimientos son noticia, lo cierto es que el rechazo a las vacunas es tan antiguo como los efectos positivos que ha generado en la salud de la población.
En la Inglaterra de 1869, nació la Liga Antivacunas de Leicester, 71 años después de que Edward Jenner lograra probar que al inocular una dosis leve de viruela bovina o vacuna (sí, de allí su nombre), se generaba protección contra la viruela humana.
Con solo dos cadenas de ADN, la viruela era capaz de enfermar únicamente al ser humano que haya aspirado pequeñas gotas de saliva infectadas.
La temperatura aumentaba y aparecían ampollas que terminaban siendo pústulas muy dolorosas que no solo cubrían la piel sino también el interior de los pulmones, el estómago, los intestinos y, prácticamente todo el cuerpo.
El más mínimo movimiento hacía que las erupciones sangraran y producían mucho dolor y malestar.
Pese a lo devastadora de la enfermedad y a que la vacuna de Jenner sí mostró efectos positivos, “se erigieron voces que cuestionaban la efectividad de las vacunas y uno de los casos más populares fue una serie de informes desfavorables relativos a la vacunación en Ringwood, Inglaterra”.
Así lo plantea una investigación histórica recientemente concluida por un equipo compuesto por Gonzalo Salas, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Maule (UCM), el destacado filósofo esloveno Slavoj Žižek, y los investigadores Nicol A. Barria-Asenjo, Hernán Scholten, Jamadier Uribe y Juan David Millán, este último estudiante del Doctorado en Psicología UCM.
En esta investigación se señala que, “para dar respuesta a las calumnias y falsedades que circulaban, The Royal Jennerian Society publicó en 1803, The Vaccine Scourge (El azote de las vacunas) donde se argumentaba que muchos de los infectados y muertos por viruela la habían contraído antes de la inoculación con la vacuna”.
“También en Europa, la Academia Francesa de Ciencias fue una de las instituciones
científicas más escépticas y en 1847 todas las revistas científicas en ese país retomaron
y citaron como un mantra el hecho que comprobó el doctor Serres del Hospital de la
Pitié en Francia respecto a que, en 1825, 25 de las 162 personas vacunadas murieron de viruela”. Así lo consigna esta investigación en la cual se añade que, “en adelante, se produjo, una lucha en torno a los números y la aritmética”.
Los investigadores recuerdan que “Russel Wallace, importante detractor de las vacunas afirmó que las leyes sobre vacunación han sido obtenidas por medio de afirmaciones totalmente falsas y de promesas jamás cumplidas, lo cual visualizaba como un grosero atropello a la libertad individual y argüía que la vacuna es uno de aquellos ´terribles errores que, en sus vastas y fatales consecuencias, son más funestos que el mayor de los crímenes´.
Este manuscrito, denominado ‘La vacuna es un engaño, su imposición, ¡un crimen!’, fue traducido al español y publicado por la Biblioteca del Congreso Nacional en Chile”.
Más de tres siglos después, los efectos de la vacuna fueron juzgados por la historia con un hecho irrefutable: la viruela fue declarada erradicada en 1980 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), luego de un plan de vacunación mundial liderado por la entonces Unión Soviética y que demostró al mundo que las tendencias políticas debían quedar en segundo plano para exterminar una infección que, únicamente en el siglo XX, mató a 500 millones de personas.
Desde ese entonces nadie volvió a contraer la enfermedad y se logró inmunidad colectiva.
Lo demuestran cifras mundiales de las cuales la propia población es testigo.
Así las cosas, las vacunas mostraron su efecto, pero ¿dónde están las pruebas de aquellos que calificaron la vacunación como un “crimen”, un “engaño” y una “mentira”?