- Desde el Centro de Apoyo al Aprendizaje (CAP) de la Universidad Católica del Maule, el psicólogo y coordinador psicoeducativo Sebastián Ortega entregó orientaciones prácticas para enfrentar el estrés académico, recordando que el bienestar emocional es clave para el aprendizaje y el desarrollo integral del estudiantado.
El cierre del año académico suele ser una de las etapas más demandantes para los estudiantes universitarios. Evaluaciones, proyectos finales, exposiciones y otras responsabilidades se concentran en pocas semanas, poniendo a prueba la organización, la motivación y la salud emocional. Frente a este escenario, la Universidad Católica del Maule (UCM) hace un llamado al autocuidado y la planificación consciente para enfrentar con equilibrio este período.
“El fin de año académico es naturalmente exigente. No sólo por la carga de estudios, sino porque se entrelaza con factores personales, laborales o familiares que también impactan en el bienestar. El estrés académico no es solo un fenómeno individual, sino una experiencia compleja que refleja las condiciones de vida de nuestros jóvenes”, explicó el psicólogo Sebastián Ortega Luna, coordinador psicoeducativo de la Dirección de Docencia de Pregrado de la UCM.
Desde el ámbito psicoeducativo, Ortega destacó la importancia de desarrollar habilidades de autorregulación y autocompasión. “Recomendamos fragmentar las metas: en lugar de pensar en ‘aprobar el semestre’, proponerse pequeños pasos alcanzables. También es clave aprender a tolerar el error. El rendimiento académico es importante, pero no define el valor personal”, señaló.
Incorporar momentos de ocio saludable, pasar tiempo con personas significativas, practicar actividades creativas o espirituales, indicó el experto, aporta bienestar y permite mantener la motivación. “Cuidarse no es perder tiempo, sino una inversión que mejora su desempeño y su calidad de vida”, afirmó.
ESTRATEGIAS PRÁCTICAS
Entre las estrategias prácticas para disminuir el estrés, el profesional mencionó la organización del tiempo en bloques con pausas activas, el descanso adecuado, una alimentación equilibrada y la práctica de actividad física. “Cuidarse no es perder tiempo; es una inversión que mejora el desempeño y la calidad de vida”, enfatizó.
Asimismo, recalcó la relevancia de las redes de apoyo y la búsqueda temprana de ayuda. “Sentirse sobrepasado no es sinónimo de debilidad. A veces lo necesario es detenerse, reorganizarse y conversar con alguien de confianza o con los equipos de acompañamiento institucional. Pedir ayuda es un acto de madurez, no de fracaso”, subrayó Ortega.
A veces las y los estudiantes entienden un error como un fracaso total, cuando en realidad es una oportunidad para aprender, recalcó el profesional. “El rendimiento académico es importante, pero no define su valor personal. La mirada psicoeducativa busca precisamente eso: que el estudiante desarrolle estrategias para aprender, pero también para sostenerse emocionalmente en el proceso”, expuso.
El especialista también invitó a los estudiantes a estar atentos a las señales de alerta, como cambios en el sueño, irritabilidad, cansancio o pérdida de motivación. “Si esos síntomas se prolongan, es momento de buscar acompañamiento profesional. El estrés, si se atiende a tiempo, puede transformarse en aprendizaje”, añadió.
“El autocuidado también es colectivo y relacional”, enfatizó Ortega, dado que cuidar de uno mismo implica también cuidar el clima de convivencia, respetar los tiempos del otro y generar redes de apoyo mutuo.
Finalmente, el coordinador psicoeducativo valoró el rol que cumple el Centro de Apoyo al Aprendizaje (CAP) de la UCM en la promoción del bienestar estudiantil. “Nuestro enfoque es preventivo y formativo. No esperamos que el estudiante llegue en crisis, sino que buscamos fortalecer sus recursos personales, su organización y su equilibrio emocional. La universidad no solo forma profesionales, sino también personas que se conocen, cuidan y aprenden a construir su bienestar”, concluyó.
Gráficas: UCM.

