EN EL PEDIR NO HAY ENGAÑO

Por: Guillermo Jofré Pavez.

Profesor de Educación Física.

Periodista, registro N° 792 del Círculo de Periodistas Deportivos de Chile.

 

A propósito de la extensión de las franjas horarias que existen para la práctica deportiva con motivo de la pandemia, es preciso señalar que siempre cobra vigencia esa frase de que “en el pedir no hay engaño “.

Por una parte, es necesario que la población exija más posibilidades para una actividad tan beneficiosa para el ser humano, como es hacer deporte, con lo cual no solo mejora su calidad de vida, sino que fortalece su cuerpo y espíritu, y, además, elimina en gran medida ese stress de encierro que parece verse reflejado en los rostros de los ciudadanos, más cuando se vive en cuarentena, encerrado, o en otra de las fases de este terrible mal.   

Entonces, bienvenido ese pedir sin engaño, pues ya fueron concedidas ampliaciones de una hora para los fines de semana, es decir sábado y domingo.

Ahora la franja horaria consigna 5 horas para realizar trabajo físico-recreativo (de 05.00 a 10.00 horas a.m.).

Pero, también se puede pedir sin engaño, que muchos jóvenes y adultos, por lo menos respeten las normas y decisiones de las autoridades sobre la materia, en especial cuando se refieren a los cuidados que deben mantenerse para no enfermarse ni contagiar a los demás.

Sólo basta con cumplir aquellas conductas que nos piden, distanciamiento social, lavado frecuente de manos, uso obligatorio de mascarillas, considerar los aforos en lugares públicos o cerrados, vacunarse según la edad y fechas establecidas y no salir sin el permiso correspondiente, entre otras.

Es válido exigir que las fiestas clandestinas no proliferen, pues estas siguen apareciendo en días, lugares y horarios más sorprendentes.

A la luz de estos sencillos antecedentes, puedo pedir sin engaño que la salud de la población no empeore más y que el fin de la pandemia llegue pronto, muy pronto, por que la situación no puede sustentarse por tanto tiempo.

Y así podemos seguir enumerando muchas solicitudes y exigencias, pero sin engaño, como por ejemplo que los beneficios de la “llamada modernidad” lleguen a todos por igual, que se acaben los privilegios, que existan ciudadanos de primera y segunda categoría, donde la justicia sea pareja y no favorezca a algunos, que las riquezas se repartan de modo equitativo y las familias no tengan que hacer miles de piruetas para llegar a fin de mes libre de problemas.

Que las personas tengan los mismos deberes y derechos, acceso a todos los niveles de educación, pues no debe existir esa lacra de que algunos tengan posibilidades de estudio y otros no.

Y así sucesivamente, pedir sin engaño que se respete el medio ambiente, se cuide la naturaleza, no solo la flora y fauna, sino que también la naturaleza humana, pues pareciera que se va derecho al despeñadero, igualdad de acceso a la salud, pedir que se terminen las humillaciones de los enfermos en los hospitales y no deban esperar horas y horas para que los atiendan.

Pedir un mejor país, mejor dicho, un país con mejores personas, por que el país tiene todas las condiciones para ofrecer a su gente y lo que está fallando son, precisamente, aquellas personas que no piensan en los demás y no ven los sufrimientos ajenos.

Por último, desde estás páginas, me permito pedir sin engaño, no perder la fe, creer en el otro, ser honesto, no corrupto, ser amable, solidario, proactivo, bondadoso, respetuoso, ante todo, y así dar esta pelea a conseguir mejores días para nuestra vida.

Tal vez no es mejor sumar dramas, sino sumar vida y felicidad a nuestros años, a nuestra familia y a nuestros semejantes.

“En el pedir no hay engaño”.

 

 

 

 

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