*Animada por “la dupla de oro” de la radiotelefonía talquina con los Miguel Ángel Avendaño y Miguel Ángel Salazar. Ha partido Miguel Ángel Salazar, el querido “pantalón cortito”.
Vivimos tiempos hermosos y no nos dábamos cuenta.
La amistad y sana convivencia, el sentido de identidad y pertenencia, el respeto por el profesional de las comunicaciones, el respeto al ser humano y su familia y la audiencia, se transformaron en conceptos esenciales en la vida radial.
Aquellas mañanas “en La Chilena”, una de las más prestigiosas empresas radiales en las cuales presté servicios con orgullo y gratitud, hasta que se globalizó y emprendimos rumbo a proyectos que nunca superarán a esas cercanas voces, reconocidas por todos.
Al despertar el día, la “dupla de oro” de la radiotelefonía talquina con Miguel Ángel Ávendaño y Miguel Ángel Salazar, permitieron disfrutar de las cosas simples de la vida.
Entender que este paso terrenal es transitorio hasta cuando el Señor lo diga.
Ha partido un grande.
Miguel Ángel Salazar Blanco, quien se hizo popular por el personaje “pantalón cortito”, ha emprendido vuelo al descanso eterno.
Y ¿por qué le llamábamos así?
Un día estando en otra emisora nos mandaron a confeccionar uniformes a todo el personal que trabajaba en las transmisiones deportivas.
Cuando llegamos a probarnos los nuestros, el sastre de aquél local de 11 oriente nos dijo que “ahí están todos. ¡Pruébenselos!”
Miguel Ángel Salazar tomó el primer traje que encontró (era el mío) y el pantalón que obviamente era mi talla, le quedó cerca del tobillo.
Las carcajadas afloraron espontáneamente “te queda el pantalón cortito”… y él ¡juraba! que era el suyo.
La simpática anécdota se fue contando entre los colegas y amigos y cuando nos juntamos “en la Chilena”, lo reconocimos exclamando “¿cómo estás? pantalón cortito”…
Aceptó con entusiasmo al personaje y sus chistes a flor de piel cuando salía en el móvil junto a mi amigo Juan Pablo Benito y el recordado conductor Cristián Brown, haciendo cantar a las señoras del barrio, generaron esos hermosos ambientes de “aquellas mañanas de La Chilena”.
Descansa en Paz, querido amigo.
Ya no hay dolor.